¿Para qué estoy aquí en la tierra?

En la actualidad, una persona vive un promedio de 25,550 días. Si usted es una persona típica, ese es el tiempo que vivirá. ¿No cree que sería un sabio uso de su tiempo apartar 40 de esos días para averiguar qué quiere Dios que haga con el resto de ellos?

A menos que se de por hecho la existencia de Dios, la búsqueda del propósito de vivir no tiene sentido.
¡Les recomiendo que lean desde el primer día! Si desean tener el libro, sólo díganme y se los paso.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Día 31. Entiende tu forma

Sólo tú puedes ser tú.
1 Corintios 12:4-6
Hay diferentes tipos de dones espirituales... diferentes maneras de servicios... diferentes habilidades para hacer el servicio
Formas. Recursos para usar
  • Todos nuestros recursos provienen de Dios. Eres un increíble legajo de habilidades, una maravillosa creación de Dios.
  • Cada recurso puede usarse para la gloria de Dios.
1 Corintios 10:3
Cualquier cosa que hagas, hazlo todo para la gloria de Dios
Dios tienen un lugar en su iglesia donde tu especialidad puede brillar y puedes hacer la diferencia. Queda de tu parte encontrar ese lugar.

Lo que soy capaz de hacer, eso es lo que Dios quiere que hagas.

Forma: Mi personalidad cuenta
Tu singularidad es un hecho de vida científico. Cuando Dios te hizo, rompió el molde. Nunca ha existido ni existirá alguien exactamente igual a ti.

Forma: Antecedentes (Sirven para algo)
Experiencias
  • Familiares. ¿Qué aprendiste al crecer en tu familia?
  • Educacionales. ¿Cuál fue tu materia favorita en la escuela?
  • Vacacionales. ¿En cuál trabajo has sido más eficiente y has disfrutado más?
  • Ministerio. ¿Cuál ha sido tu momento más importante con Dios?
  • Dolorosas. ¿Qué has aprendido de los problemas, lesiones, aguijones, pruebas?
Dios intencionalmente permite que atravieses por experiencias dolorosas para equiparte para que ministres a otros.
2 Corintios 1:4
Para que Dios use tus experiencias dolorosas, debes estar dispuesto a compartirlas.
LO QUE DIOS ME DA, HABILIDADES O EXPERIENCIAS PERSONALES, ¿PUEDO OFRECERLAS A MI IGLESIA?

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